La Iglesia Adventista del Séptimo Día en América del Norte está respondiendo a los trágicos asesinatos de Ahmaud Arbery en Georgia, Breonna Taylor en Kentucky, George Floyd en Minnesota y otros eventos recientes que demuestran claramente la brecha racial que destruye la calidad de vida para tantos y el tejido mismo de nuestra sociedad democrática. Como cristianos, condenamos tales acciones de odio y violencia y pedimos que se haga justicia para las víctimas y sus familias.
Se han levantado muros de separación que sirven para destruir los derechos esenciales de la dignidad humana, la autoestima y la libertad. Estos derechos son necesarios para que todos los americanos vivan y prosperen en sus comunidades locales. Algunas de las personas a quienes se les ha confiado la protección de todos los miembros de la sociedad han quebrantado su pacto solemne de servir a los demás; especialmente a los necesitados. Los americanos nunca deberían tener que vivir con el miedo de salir en público solo por el color de su piel o su origen étnico. Podemos y debemos aspirar a algo mejor.
Instamos a todos los miembros de nuestra iglesia a considerar en oración cómo interactúan con todos en sus comunidades. Les pedimos que hablen en contra de la injusticia y el odio, tal como lo hizo Jesús cuando estuvo en esta tierra. Podemos marcar la diferencia para aquellos que son marginados y traicionados por otros, y debemos proporcionar un foro para las voces de las víctimas del odio y el racismo. Nuestras acciones pueden hablar más fuerte que las palabras. Podemos liderar con el ejemplo en cómo tratamos a los demás y exigir que todas las personas sean tratadas de manera equitativa y justa. Como la fe cristiana con mayor diversidad étnica en los Estados Unidos, nuestras voces representan a casi todas las comunidades de este país. Deben ser escuchados mientras servimos para sanar nuestras comunidades fracturadas con el amor y la compasión de Jesús.
— La Administración de la División Norteamericana