Estimada Familia de la División Norteamericana,
Quiero extenderles, en nombre de mis compañeros directores y de toda la familia de la oficina de la NAD (División Norteamericana, por sus siglas en inglés), nuestros más cálidos saludos navideños al finalizar este año 2020. ¡Y qué año ha sido! ¿Quién hubiera imaginado cuando empezamos el 2020 que lo terminaríamos de esta manera?
Queremos agradecer a nuestros pastores y educadores por el tremendo trabajo que han realizado en la transición a entornos virtuales. ¡Y qué hazaña fue eso: cambiar en casi un instante y pasar de los servicios presenciales a los servicios en línea! No encontramos las palabras para agradecerles a todos nuestros equipos de medios que han trabajado incansablemente. Sin sus esfuerzos, esta transición no habría sido posible. También queremos agradecer a nuestros miembros que han estado involucrados en más de 1,500 despensas de alimentos proporcionando alimentos a los necesitados, y las muchas actividades de ayuda comunitaria que han tenido lugar en el espacio virtual.
La pandemia del coronavirus, la recesión económica, los disturbios raciales y ahora la agitación política han convergido para crear un mundo muy inestable y lleno de estrés. Cualquiera de ellos por sí solo podría ser catastrófico y desestabilizador. Pero los cuatro juntos, eso puede tener un gran impacto. Esto es lo que hemos vivido este año. Sin embargo, estos eventos en 2020 hacen que esta época del año sea aún más especial. Cuando reflexionamos sobre el Don de Dios, de Su Hijo el Niño Jesús, es aún más significativo.
Al pensar en el mundo al que él vino, no era diferente a nuestro mundo hoy. La humanidad había sido devastada por el virus del pecado sin vacuna ni cura. El clima político con el gobierno romano estaba en su punto más bajo. Las tensiones raciales entre los judíos y los samaritanos estaban en su punto más alto. La brecha económica entre los que tienen y los que no tienen había llegado a su punto de ruptura. El corazón espiritual del hombre estaba deprimido. Fue en este entorno que Dios envió a su Hijo como un bebé a un mundo hostil. Dios está familiarizado con lo que estamos pasando. Él ha estado aquí antes y hace su mejor trabajo en este tipo de entornos. Dios nos da lo mejor de sí mismo, en los peores momentos.
Esta temporada, la navidad me hace recordar a un Dios que nos da lo mejor de sí mismo cuando enfrentamos nuestra peor crisis. Jesús era el mejor regalo, el más caro, el más valioso y preciado que Dios tenía en todo el universo. Entonces Dios dijo: Déjame darte a mi Hijo para demostrarte mi amor. "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito" [Juan 3:16]. Él realmente se lo dio a la raza humana, no solo para que viniera y muriera, ¡sino que nos lo dio para siempre! Cristo ha de retener para siempre su humanidad. Él nos dio este regalo cuando estábamos en nuestro peor momento. Incluso si estuviéramos en nuestro mejor momento, el costo es inestimable, ¡pero estábamos en nuestro peor momento!
Las buenas nuevas en el año 2020, en medio de la pandemia, los desafíos económicos, la agitación racial, la lucha política, es que el Regalo sigue siendo nuestro. Así que los invito para este momento, para esta temporada, a quitar nuestro enfoque de toda la confusión de la vida en este mundo y tomarnos un tiempo para meditar en este glorioso Regalo y reflexionar sobre este precioso Don que tenemos en el Hijo unigénito de Dios. Venid, adoremos. Venid, adoremos. Venid, adoremos a Cristo el Señor. Esta no es solo la "Razón de la Temporada", sino que son las buenas nuevas del año 2020. ¡Dios los bendiga!
— Esta es una transcripción y traducción del saludo de fin de año de 2020 de G. Alexander Bryant, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Norteamérica.